domingo, 22 de noviembre de 2015

Los libros importan


"Este dolor me ha cambiado,  admitió. Este dolor que va a durar mucho tiempo me ha cambiado. Aunque no quiera admitirlo. Aunque lo considere un destino peor que la muerte, soy más blanda, más amable; soy mejor persona."
Sushi para principiantes de Marian Keyes
Así me pasó a mí. Sentí una lanza en la espalda que atravesaba todo mi pecho por muchos años,  antes de eso yo fui una gordita simpática. Administraba una empresa, cuidaba de mi hija y mi esposo y estudiaba todo lo que podía sobre marketing online, por esas épocas había poca gente que sabía qué era eso.  Me gustaba mi vida, si bien no podia usar bikini, era feliz con mi vida familiar,  una vida que jamás soñé,  pero que había amado desde que comenzó y fue fácil de amar.
El tiempo,  las circunstancias y un hecho que aún no me siento cómoda contando se encargaron de desvanecer esa vida que yo tanto amé.

Me volví otra persona, ni siquiera uso el mismo tipo de ropa interior y ahora como Sushi.  Salgo en la semana y voy a inauguraciones, tengo amigos músicos,  meditadores y bohemios,  me gusta mi nueva vida, pero no la amo, es consecuencia del dolor,  es lo que quedó de una vida que amaba, aprendí a aceptar esto, de alguna manera también construí esta realidad, me lo digo siempre. Me duele ser cómplice de las lágrimas de mis ojos, me siento traicionada por mí. 

He recuperado la libertad que supe construir y amar cuando fui soltera; conservando el placer y la satisfacción que es ser madre,   pienso que no me voy a poder acostumbrar a ésta nueva vida, hay algo que falta, hay un dolor que supura y con su podredumbre molesta la felicidad que quiere aparecer.

El pasado pasó,  pero sus lutas cicatrices siguen molestandome al caminar hacia mi futuro. Entiendo que gran parte es por como soy, si, hace tiempo acepté que soy la clase de mujer destinada a formar pareja,  no porque no pueda estar sola, de hecho, amo estar conmigo, sino porque entiendo que algunas personas funcionamos mejor en equipo. Habemos humanos que compartiendo nos sentimos mejor. Soy la clase de mujer que no se inspira para cocinar si no tiene un público considerable.... desde que me separé que no hago una cena decente y eso que a mi hija le cocino, pero la verdad es que ella come sólo cosas simples.
Llevo un par de años separada, aunque tuve algo así como un intento de pareja en éste tiempo, supe rápidamente que no estaba destinado a durar demasiado... y así fue. Pretendientes no me han faltado, pero nadie capaz de hacerme sentir ese encuentro de almas que con tantas ganas sigo queriendo vivir. Y que es la vida sino una constante sumatoria de experiencias. Nos volvemos locos por juntar dinero, por cada cosa ridícula y lo autentico, lo trascendente lo dejamos para más adelante o para nunca.

Hace no mucho tuve la gracia de constelar mi próxima pareja, desde el año 2011 que se me auguran toda clase de felices porvenires, pero se me hacen utópicos comparados con mi realidad.  

A veces sólo le pido a Dios que me devuelva mi vida, mi independencia, mi prosperidad, pido volver a tener ahorros, vacaciones , tarjetas de crédito emitidas por un banco, proyectar viajes en avión y no temer llegar a vieja siendo una carga para mi hija.... quiero darle un buen ejemplo. Pasa que ya no tengo lo necesario para ser quien fuí. La gente me ve y piensa: se ve igual es capaz de hacer las mismas cosas, pero lo que nadie sabe, lo que nunca se dice y que debería ser vox populi es que cuando un hecho en tu vida te pulveriza el alma, aplasta tu corazón y te desestructura la personalidad convirtiéndote en alguien que jamás soñaste ser, ya no podes ser igual ni funcionar igual ni responder igual. Ya te convertiste en alguien más. 

Todo este barullo de transmutarme en otra persona, casi me hago un cambio de nombre en el documento,  pero decidí que mejor me dejaba que el que me pusieron mis padres y me quedaba con un seudónimo artístico que me hiciera feliz.

Así que podré coexistir aceptando y abrazando mi pasado duro y dolodorso y superarlo a traves de mi arte.
Aún no encuentro un lugar en la sociedad que me reditue lo suficiente como para mantenerme, pero perseverare en este camino de incertudumbres. Para bien siempre ruego que sea para bien y listo, lo demás lo dejo ser a través mío,   como cuando pinto que me dejo en manos de la creación de modo tal que lo que se plasma en la tela me trasciende completamente, ya no soy yo quien crea, sino que me vuelvo el instrumento de algo superior que crea a través de mí. Es imposible para mi hacerlo desde otra consciencia,  o sea, me permito mis descargas neuróticas y puedo discernir perfectamente cuando hago algo desde mi o cuando es a través mío que algo puede  ser. Amo ser ese instrumento y así quisiera estar todo el tiempo en mi vida, siendo ese instrumento, esa herramienta a través del que algo superior viene a manifestarse en éste plano. 

Sólo eso.