lunes, 20 de marzo de 2023

Un relato con testimonio

 Si bien éste blog es para mi futuro esposo, sea cuando sea que suceda dicha unión, sea cuando sea que conozca a ese admirable ser... hoy quiero compartir algo que surgió por pedido de una amiga, Cintia A. hace tiempo.

Juntas administramos un grupo de WhatsApp que se creó en pandemia, todas mujeres, todas miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Allá por Febrero, cuando me apartaron como obrera del Templo ella me pidió que de un testimonio en el grupo, a lo que le pedí que esperara a que yo bajase de la nube en la que me sentía flotar. Pues bien, recién ayer sentí el impulso de escribir dicho testimonio y ésta mañana recién tuve oportunidad de hacerlo.

Al grupo lo mandé en varias partes, pero luego sentí compartirlo en otro grupo más y fue maravilloso porque una hermana de zona Sur de Gran Buenos Aires me testificó que mis palabras fueron la respuesta a sus oraciones.

Como veo que éste relato con testimonio tiene un lindo mensaje y poder, lo voy a compartir aquí también ya que deseo que más personas puedan sentir el amor de Jesucristo.

Recuerda que esto fue escrito para un grupo de WhatsApp de mujeres, pero se aplica a todos los hijos e hijas de Dios, que somos todos.


PARTE I

Hace unos años, adquirí la costumbre de no hacer preguntas antes de la Conferencia General sino a escuchar atentamente y luego de la misma, tomarme un tiempo para reflexionar y hacer convenios personales con el Señor hasta la siguiente confe.

En la de Octubre de 2021, me comprometí a ir mensualmente al Templo. Teniendo el Templo relativamente cerca, sentí que era muy injusto de mi parte no asistir con regularidad siendo que hay muchas personas que sólo pueden acceder con suerte una o dos veces al año por estar lejos, con el tiempo y dinero que eso les implica.

En cuanto abrió el Templo, comencé a asistir. Claro que justo mi recomendación se había vencido y hasta que la tuve pasó un mes y medio. Pero eso no me impidió asistir, tal como le había prometido al Padre. Iba al jardín, hacía mis oraciones y volvía. Otras veces, como no conseguía lugar para los días y horarios que yo podía asistir, simplemente me acercaba al bautisterio y preguntaba si podía ayudar en algo. Siempre me dijeron que sí, entonces tuve oportunidad de servir de muchas maneras en el bautisterio. 

En ese momento yo no tenía mis investiduras, por lo que 2022 fue el año de los bautismos. Fui fielmente cada mes, excepto Febrero, bauticé e hice bautizar a cientos. Para compensar Febrero en Marzo fui 2 veces. Para esa época, como casi siempre sucede, el diablo metió la cola, por primera vez desde mi bautismo, dejé de tener experiencias espirituales significativas. De pronto oraba y no sentía nada, las impresiones del espíritu brillaban por su ausencia, iba a la capilla y no se me caía una emoción al escuchar un discurso o un testimonio, leía las escrituras y era como leer un cuento, nada tocaba mi corazón. Empecé a sentir deseos de dejarlo todo, aunque en mi mente no quería y recordando mi convenio bautismal, yo quería perseverar hasta el fin pero de pronto eso parecía una tortura. ¿Se imaginan no sentir nada nunca más en cuanto a las cosas del Señor? 


PARTE II

Recuerdo que llevaba con pesar este vacío de sentires que pasó por unas semanas cuando casualmente se lo comenté a una amiga miembro de la Iglesia. Ella me escuchó con compasión y me aconsejó hablarlo con alguno de mis líderes. Le comenté a mi obispo lo que me venía pasando al día siguiente por WhatsApp y le pedí una entrevista. Ni lerdo ni perezoso él me llamó ese mismo viernes a la noche con un montón de soluciones. En principio me explicó que a veces estas son pruebas de fe que el Señor mismo nos pone para probarnos. Luego, como todas sabemos, que no siempre vamos a sentir todo al 100% a veces más, a veces menos y a veces nada. Luego me exhortó a que no dejara de hacer las cosas cotidianas como orar o leer las escrituras "porque ya no sentía lo mismo" sino que lo hiciese aún sintiendo nada, pues el Señor vería esa predisposición y además yo no me pondría en riesgo de alejarme del Salvador. Finalmente, me invitó a que los acompañara al día siguiente al Templo, ya que iría con los jóvenes al bautisterio. Y así hice.

¡Qué decirles amigas y hermanas! Me volvió el alma al cuerpo ese sábado, fue maravilloso volver a sentir todo lo que siempre había sentido y aún más. Y agradecí tanto, pero tanto al Señor que él me fue regalando en las siguientes semanas oportunidad de asistir 5 semanas seguidas más. Y ahí ocurrió el milagro, ya que un día es esas semanas, estando en las confirmaciones, de pronto alcé mi cabeza y a través de la ventana que estaba a mi derecha ví pasar a una obrera... y supe que ese era mi destino no tan lejano.


PARTE III

La asistencia mensual, se volvió semanal. Hubo pruebas y trabas y desafíos, pero siempre estuve allí, en Su Santa Casa. Llegó mi tiempo de tomar mis investiduras recién en Noviembre del año pasado. Fui apartada como obrera el pasado Febrero. El gozo que he sentido desde entonces es aún mayor y más indescriptible, ya que es un sentimiento que no es de éste mundo.

Sí les puedo contar que al tomar mis investiduras y escuchar los convenios mayores, sentí una compasión gigante por aquellos que ya no tienen un cuerpo y la libertad de hacerlos por sí mismos, que dependen de nosotros para poder avanzar en la senda. Esa compasión me llevó a dedicarle todo el tiempo que puedo a la obra, ya sea en el Templo o en casa indexando o trabajando en mi árbol genealógico. De pronto cosas que me parecían prioritarias ahora me parecen insignificantes al lado de hacer avanzar la obra.

Estar en el Templo, aunque más no sea en el jardín, nos bendice enormemente y nos da la guía que necesitamos para nuestra vida. Aunque al principio parezca que no, siempre es así. El Padre ama recibirnos en su casa y tenemos que poder hacer el esfuerzo de acercarnos todo lo que podamos. Si por temas geográficos o de tiempo se nos complica: hagamos Historia Familiar.


PARTE IV (y última)

Hermanas, amigas, si alguna no está en armonía con el Señor, pónganse en campaña para estarlo. Sea que tengan que volver a asistir a la capilla, confesar algún desliz, pagar los diezmos, lo que sea que sea que las esté alejando, no permitan que continúe. Nuestro Padre está deseoso de verlas en su casa, nos quiere allí con él y que algún día veamos su faz. Él quiere colmarnos de bendiciones y muchas veces somos nosotras quienes nos restringimos las mismas sin darnos cuenta. Si alguna aún duda si recibir sus investiduras, oren y el Espíritu les testificará lo bendecidas que serán al dar ese grandioso paso.

Yo les testifico que todo lo que ahora pueda estar mal en sus vidas, se enderezará y cambiará si ponen al Padre y su obra del templo en primer lugar en sus vidas.

No he dejado de tener dificultades, claro que no, pero ahora mi sabiduría para afrontarlas, el temple que tengo ante la adversidad es otro, soy una persona nueva y sigo aprendiendo a ser más como él me quiere ver y eso me da felicidad porque estar en Sus manos, como arcilla, es la mejor decisión que pude tomar junto con ser mamá.

Yo se que nuestro Salvador vive y que cada vez falta menos para que vuelva, que todos somos indispensables en su plan de felicidad y que podemos tomar un rol activo para ayudar en ésta causa, que es tan noble. Estamos en la Iglesia verdadera y tenemos el más perfecto de todos los libros a disposición junto con un Profeta de Dios que pronto nos hablará en Su nombre. 

Hermanas, aprovechemos ésta oportunidad única de recoger a Israel de ambos lados del velo. Las amo y ruego que seamos bendecidas en todas las cosas y podamos continuar ésta amistad por ésta vida y por la eternidad. Lo dejo en el nombre de Jesucristo. Amén.