martes, 27 de febrero de 2024

Se está cocinando un amor en el cosmos

La entrada de hoy tiene su origen en un video que pasó un gran amigo por WhatsApp en un grupo, el video se encuentra a continuación y el texto que lo sigue fue la respuesta que quise dar. Luego de leer semejante apertura decidí contestar: La ameeee!! y ya.

Vengo de unos días de angustia existencial, luego de más de un mes de cambios generados por exceso de Templo (como si tal cosa existiese), me alegra ver cómo esa angustia es el producto de estar duelando a quién solía ser para dar lugar a quien seré. Y seré esposa y madre, como me corresponde por mi función divinamente señalada desde antes que el mundo fuese mundo; soy una hija amada del Padre Celestial y no me voy a rendir a la deseperanza de que en toda la faz de la tierra no exista un hombre para mí. En algún lugar estás, esposo mío y no dudo que falta poco para que nos podamos reconocer. 

Sin más vueltas, te dejo con el video y el texto, te amo, tu Guadi.




En casa mi vieja cocinaba al milímetro con medidores, termómetros y demás chucherías... Mí abuela, su suegra, a ojo, pizca, chorrito y taza... Riquísimas sus comidas!!

Para mí hay recetas que se hacen con receta exacta, otras a ojo... Y las mejores: a la que se me va ocurriendo!! 

Estas últimas me las enseñó mi suegra (si porque me divorcié de su hijo, pero no de ella): son las de Hoy y nunca más después; se preparan o con lo que te sobró y/o con lo que te queda en la heladera o con lo que se te canta en el momento según el antojo que te posea.

¡¡Amo crear sabores únicos e irrepetibles!!

Agradezco a las 3 por su sabiduría e influencia, sin embargo, hubo otra mujer, muy fundamental en mi vida, que me enseñó a ponerle amor, el ingrediente que no debe faltar en ninguna comida: mí tía Maru.

Para ser honesta tuve la gracia de ser felizmente influida por otras féminas culinarias: 

Mi amada Lila (Hilda) quién me enseñó mucho acerca de vivir y me impregnó la alegría y optimismo que me caracteriza, ella me enseñó la importancia de cocinar cantando (y de vivir contenta). ¡Qué mujer, qué madre y qué ejemplo! Tuve el privilegio de que me criara en mis primeros años de vida, es la clase de amores que Dios te regala. Un ángel que pisó esta tierra y me maternó con un amor sin igual, puro. 

Hay otra influencia más, desde la sombra, una casi suegra que tuve (estuve comprometida con su hijo), Griselda, ella me enseñó a ponerle picante a la comida, ají molido y pimentón jamás faltaron en sus mezclas...  Pero lo más importante que hizo fue hacerme prometerle que yo iba a hacer un curso de cocina. Bastante tiempo después de haberme dejado de hablar con su hijo, hice ese curso, aunque ella falleció sin saberlo. Cumplo mis palabras, lo que me llevó a anotarme en un curso de cocina internacional que amé. Fue una experiencia en la que aprendí que yo podía ser tan buena cocinera como todas estas genias de la cocina que me precedieron.

Con el tiempo descubrí que lo que te hace cocinar mejor es tener a quién cocinarle con amor, porque por mucho que yo me ame, mis platos salen más ricos cuando cocino para dos o más.

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